Quito, Ecuador – La nación ecuatoriana está en shock. En un acto de violencia sin precedentes en la historia política reciente del país, el candidato a presidente Fernando Villavicencio fue acribillado dentro de su vehículo, poco después de haber subido a él, en plena luz del día y bajo la atenta mirada de su escolta.
Villavicencio, antes de su incursión en la política, era un reconocido periodista que mantuvo una férrea crítica hacia el expresidente Rafael Correa y los posibles lazos entre el narcotráfico y la política en el país. Su campaña, marcada por la controversia pero respaldada por una amplia base ciudadana, prometía una lucha contra la corrupción y la transparencia gubernamental.
El crimen, que ha paralizado a la capital, ocurrió en uno de los barrios más transitados de Quito. Según testigos, los asesinos esperaron pacientemente a que el candidato subiera a su vehículo y, una vez dentro, abrieron fuego sin piedad. La escolta del político respondió de inmediato, dando lugar a un enfrentamiento en el que la policía intervino rápidamente.
Como resultado del altercado, dos sospechosos fueron detenidos y se encuentran bajo custodia, siendo interrogados sobre su posible vinculación con el asesinato y sobre quién o quiénes podrían estar detrás de este horrendo acto.
El brutal asesinato ha generado conmoción y especulaciones a nivel nacional. Dada la postura crítica de Villavicencio hacia ciertas figuras y organizaciones, muchos se preguntan si su muerte fue un acto de represalia política o si, en cambio, estuvo relacionada con sus denuncias contra el narcotráfico.
Diversos líderes políticos, tanto de Ecuador como del exterior, han condenado el asesinato y han expresado su solidaridad con la familia y amigos de Villavicencio. Las elecciones del 20 de agosto, que ya se presentaban como un proceso tenso y polarizado, ahora están sumidas en la incertidumbre y el luto.
La sociedad ecuatoriana, en su conjunto, demanda respuestas y justicia. Este asesinato no solo ha robado la vida de un candidato prometedor sino que ha dejado una mancha en el proceso democrático del país. Ahora, más que nunca, Ecuador se enfrenta al reto de perseguir la verdad y garantizar la justicia en un clima político cada vez más turbulento.