Las organizaciones de la oposición, agrupadas en la Iniciativa por el Cambio, condenan la “persecución, el asedio y hostigamiento” a que está siendo sometida la Iglesia Católica desde el 2018 y que ha escalado en las últimas semanas.
Mediante un comunicado difundido a través de su sitio web oficial, los opositores denuncian que lo que se vive en los últimos tiempos en el país, “es el reflejo de la ausencia de Estado de Derecho que garantice el ejercicio efectivo de los derechos elementales a la población, entre ellos el derecho a la libertad de religión o creencia, garantizado por el arto. 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos”.
La institución católica con sus obispos, sacerdotes, religiosas y laicos han sufrido al menos 190 agresiones de diferentes tipos desde el 2018, según una recopilación realizada por la investigadora nicaragüense Martha Molina.
Los opositores agrupados en Iniciativa por el Cambio señalan que “todos estos actos represivos, impiden tanto a los pastores de la Iglesia como a su feligresía, vivir y celebrar su fe en un ambiente de paz y seguridad”.
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Las más de 20 organizaciones opositoras desde Nicaragua y el exilio señalan que la dictadura Ortega-Murillo ha rechazado la denuncia que mantiene en sus púlpitos la Iglesia Católica en cuanto a la violación de los Derechos Humanos y la demanda del cese de la represión.
Entre los hecho más recientes de ataques contra la Iglesia ordenados por la dictadura se cuenta el asedio contra el obispo de la Diócesis de Matagalpa, Monseñor Rolando Álvarez, quien, el pasado 19 de mayo, ante la persecución policial se vio obligado a refugiarse en la Iglesia Cristo Santo, de Las Colinas, En Managua y se declaró en ayuno y oración como una forma de protesta.
También se registró el asedio contra el sacerdote Harving Padilla, párroco de la iglesia San Juan Bautista, de Masaya, a quien la Policía orteguista rodeó desde el 14 de mayo impidiendo incluso el acceso a la feligresía para que pudiera participar en la misa.
SACERDOTE DETENIDO
Y más recientemente, la Policía ejecutó la detención del sacerdote Manuel García, párroco de la Iglesia Jesús de Nazareno, de Nandaime. El religioso está siendo acusado de violencia de género.
El padre García, según información difundida por medios locales y redes sociales, se dejó provocar por una turba sandinista que asediaba el templo al punto que en medio del asedio el religioso salió al patio de la iglesia con un machete en la mano. Un día después apareció dando declaraciones a medios oficialistas una mujer que aseguró haber sido víctima de una agresión de parte del sacerdote. El hecho está siendo considerado una provocación y un montaje para incriminarlo.
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“Esta detención (del padre García) marca un grave precedente en contra de los sacerdotes en el país y constata que bajo el régimen político actual absolutamente nadie está a salvo”, expresaron las organizaciones de la oposición.

No obstante, según agregan, “a pesar de las constantes violaciones a los derechos y al debido proceso, se ha demostrado que la ciudadanía está dispuesta a acompañar a sus guías espirituales mediante acciones de carácter cívico y religioso que mitiguen el comportamiento del régimen dictatorial”.
IGLESIA BAJO ATAQUE CONSTANTE
A partir del 2018, la dictadura Ortega-Murillo pasó de las amenazas en sus discursos en los que tildaba a los obispos y sacerdotes como golpistas, a los golpes, asedio utilizando turbas, policías y parapolicías, hasta llegar al exilio forzado, la expulsión del país y la amenaza con cárcel y confiscaciones.
En el 2019, el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez se vio obligado a irse al exilio porque estaba siendo amenazado de muerte por parte de fanáticos orteguistas. El 16 de enero de este año el padre Edwin Román también marchó al exilio por las amenazas y asedio que recibía en su parroquia por el apoyo que ha dado a su comunidad contra las injusticias gubernamentales.
El 5 de marzo pasado, la dictadura expulsó, sin dar ninguna explicación, al nuncio apostólico Monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag.
El ataque más grave contra la Iglesia fue la profanación en la Catedral de Managua, el 31 de julio de 2020 cuando un incendio en una de sus capillas calcinó la venerada imagen de la Sangre de Cristo, una reliquia de 382 años de historia.