Ocho países de la Organización de Estados Americanos (OEA) impulsaron un proyecto de resolución «sobre la situación en Nicaragua» para ser debatido durante la asamblea general número 51 virtual que arrancó el miércoles.
Canadá presentó el proyecto de resolución en su nombre y en el de Estados Unidos, Canadá, Chile, Costa Rica, Ecuador, República Dominicana, Uruguay y Antigua y Barbuda para pedir al Consejo Permanente que realice «una evaluación colectiva inmediata a ser completada a más tardar el 30 de noviembre y tome las acciones apropiadas».
«Burla», «fraude anunciado», «pantomima» fueron algunas de las expresiones de la comunidad internacional para calificar la farsa electoral en las que el dictador Daniel Ortega consiguió un nuevo mandato como presidente.
Con líderes opositores en la cárcel o en el exilio y sin verdaderos contendientes, el régimen nicaragüense se expone ahora a un mayor aislamiento internacional. Un tema en la agenda de la OEA cuyo secretario general, Luis Almagro, tachó los comicios nicaragüenses de «ilegítimos» y llamó a tomar medidas ante «la clara violación de la Carta Democrática».
Pero ¿puede la presión de la OEA forzar ya una apertura del régimen de Ortega?
“Es muy reciente [para contemplar] una apertura del régimen de Ortega, pero creo que los Estados miembros de la OEA tienen en sus manos un conjunto de herramientas políticas, como es la Carta Democrática Interamericana”, dijo Antonia Urrejola, presidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y relatora para Nicaragua.

“Es un debate que tienen que dar los órganos políticos, precisamente para que se inicie esta apertura. No sé si se va a dar en estos días, pero no se va a dar sin la presión de la comunidad internacional. Y lo hemos visto así en la historia de esta región, en lo que han sido los conflictos armados, las dictaduras del Cono Sur», agregó.
Explicó que finalmente, los procesos democráticos, los llevan los propios pueblos al interior de los países. Pero cuando estamos ante regímenes autoritarios, como fueron las dictaduras de Cono Sur, como es el régimen de Ortega, sin la comunidad internacional, no hay procesos democráticos. La comunidad internacional tiene, una vez más, demostrar la importancia que tiene el acompañamiento de estos procesos y la presión internacional”.