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Monseñor Silvio José Báez: “El gran reto no es tener políticos católicos, sino tener cristianos que intenten ser políticos”

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El Obispo Auxiliar de Managua reflexiona en este entrevista sobre el papel de la Iglesia católica a la cual le exhorta ser menos diplomática y más profética,

Emiliano Chamorro Mendieta

Además a no autocensurarse y sugiere a la clase política renovarse y darle espacios de decisión a los jóvenes en la política nacional

El religioso carmelita expresa también su preocupación por la crisis de represión y violaciones a los derechos humanos que sufren los nicaragüenses desde abril 2018, cuando la población salió a las calles a demandar justicia, libertad y una nueva clase política en la que demandaban la salida del presidente, Daniel Ortega, atornillado en el poder desde el 2007.

Monseñor, ¿cómo se siente después de todo este tiempo fuera de Nicaragua?

Vivo con nostalgia estar lejos de mi patria, muy preocupado al constatar que la situación del país se deteriora cada vez más y con el dolor de no poder acompañar pastoralmente a mi pueblo en momentos tan difíciles. Sin embargo, he podido experimentar que la ausencia física no necesariamente es lejanía, sino otro modo de estar presente, sobre todo cuando esta ausencia es por obediencia a la Iglesia. Y esto me da mucha paz interior. Mi corazón está en Nicaragua y mi pueblo está siempre presente en mi oración ante el Señor.

De este tiempo en el cual Nicaragua ha sufrido profundas heridas debido a la crisis socio política, ¿qué lecciones se deben aprender?

Deberíamos haber aprendido ya que el poder, por su propia naturaleza, tiende al autoritarismo, y que por eso es importante que los ciudadanos no dejen en manos de unos pocos la marcha del país, sino que participen activamente en la construcción de la sociedad. Ser ciudadanos exige lucidez y compromiso en favor del bien común, la paz, las libertades individuales y sociales, el respeto a los derechos humanos y la sana pluralidad ideológica.

La crisis vivida debería enseñarnos que hay que erradicar para siempre algunos vicios nocivos en nuestra historia como el caudillismo, la indiferencia ante la política, la corrupción y el arribismo. Finalmente hay que apostar por una educación de excelencia, que además de formar para el desarrollo integral y sostenible del país, priorice el aprendizaje del arte del diálogo y promueva la sana confrontación de ideas en aras del bien común.

Nicaragua es una nación que ha depositado siempre su fe en Dios y ha confiado también en sus pastores católicos, pero al mismo tiempo la Iglesia Católica misma ha sido victima de esta crisis de violencia. Ante esto, ¿la Iglesia seguirá siendo voz de las victimas de las injusticias?

El asedio, la persecución y los ataques denigrantes a la Iglesia Católica han sido fruto de su cercanía y de su solidaridad con los sufrimientos del pueblo, en modo particular, con las víctimas de tanta injusticia y represión. La Iglesia tendría que ser cada vez menos diplomática y más profética. Como fue Jesús, siempre al lado de las víctimas, de los últimos y olvidados de la sociedad, defendiendo su vida y sus derechos y promoviendo su dignidad, en nombre de Dios.

Ciertamente siempre habrá quien quiera manipular o denigrar a la Iglesia, de un lado y de otro. Por eso es importante que su palabra no se devalúe como un discurso político más, sino que sea anunciadora fiel de la palabra viva de Dios, del Evangelio. La Iglesia tampoco debe atemorizarse, cayendo en una especie de autocensura y escudándose en un silencio indiferente, sino que con la confianza puesta en el Señor, no debe nunca renunciar a su misión profética.

Habría que promover más la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia entre los laicos, que deben ser los que directamente se comprometan en la defensa de los derechos humanos, la promoción de la justicia y la participación política directa a favor de los grandes cambios sociales a la luz del evangelio. El gran reto no es tener políticos católicos, sino tener cristianos que intenten ser políticos, es decir, que sean capaces de asumir responsabilidades sociales con gran lucidez y clarividencia de cara al futuro.

¿Cuál es su mensaje a la clase política, cuando el país sigue sangrando y más ciudadanos se exilian por esta crisis socio política que solo ha dejado dolor a los nicaragüenses?

La clase política de Nicaragua tendrá necesariamente que renovarse, no sólo generacionalmente sino interiormente.

A nivel generacional hay que valorar a los jóvenes, escucharlos, y darles espacios de decisión en la política nacional, pues el talento político juvenil, con sus sueños y audacias, es una reserva moral de la sociedad y asegura la democracia y la paz para el futuro del país.

A nivel de interioridad, los políticos deberían realizar un serio trabajo de purificación de su mente y de su corazón, erradicando los viejos vicios que socavan el ideal de una democracia auténtica: la ambición desmedida, las luchas de liderazgo, el uso de la mentira como estrategia política, el enriquecimiento ilegal, el aprovecharse de las personas en vez de servirlas, la tendencia a perpetuarse en el poder, etc. Por el contrario habría que optar decididamente por aquellas actitudes que están a la base de una buena política: la sinceridad, el respeto mutuo, la honestidad, la fidelidad, la justicia, la equidad.

¿Una nueva clase política que debería plantearse?

Creo, finalmente, que una nueva clase política en Nicaragua no debería dedicarse más a proteger los intereses de ciertos individuos y empresas privilegiadas y tampoco debería dejar de interpretar y planificar el desarrollo integral del país exclusivamente desde la perspectiva del beneficio económico. El gran reto para los políticos es poner en el centro de sus preocupaciones y proyectos a la persona humana, a la gente concreta, sentir sus dolores y trabajar por su dignidad, su promoción humana y la mejora de sus condiciones de vida.

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  1. Gracias, Emiliano, por inaugurar la sección «Personajes» con Monseñor Silvio José Báez, el obispo del pueblo, el profeta que denuncia y anuncia. El mensaje de Monseñor Báez nos interpela y nos llama al cambio y a la acción. Muchísimas gracias.

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