Los sectores ultraconservador y progresista mantienen una fuerte pugna durante el actual pontificado del Papa latinoamericano
Expertos coinciden que muchas de las expectativas creadas por el Papa durante su elección se han ido transformando en frustraciones para el ala más progresista de la Iglesia
Por: Israel González Espinoza // @israeldej94
Tras la reciente publicación de la exhortación post-sinodal Querida Amazonía del papa Francisco, se evidenció la pugna de poder que existe entre los sectores ultraconservador y progresista que conviven dentro de la Iglesia Católica.
Temas como el pecado ecológico, la ordenación de sacerdotes casados o la apertura del diaconato para las mujeres; temas que si fueron tratados durante el Sínodo de la Amazonía, ocurrido en octubre pasado, quedaron fuera del documento recién publicado por Francisco.
Para el teólogo y periodista español José Manuel Vidal, director de la web española ReligionDigital.com, Francisco no quería pasar a la historia como “el papa que abolió el celibato”.
“Creo que Bergoglio no quiso o no se atrevió a revisar la ley del celibato por temor a un eventual cisma eclesial. En la Iglesia, la comunión es ley suprema por mandato evangélico y cualquier ruptura, por muy eventual que sea y muy minoritaria, atenta contra esa petición del propio Cristo”, describe el veterano vaticanista, quién también fue director jefe del área religiosa del periódico El Mundo.
En la misma línea se pronució la periodista argentina Elisabetta Piqué, corresponsal de La Nación y a la postre, biógrafa del pontífice; quién aseguró en una columna que según fuentes internas del Vaticano, el papa habría tenido la percepción durante el último sínodo de los obispos de estar en medio de “dos grupos de sindicalistas”.
“Ya durante el sínodo, conscientes del clima de crispación total, diversos cardenales cercanos al Papa habían advertido a esta corresponsal que era probable que, más allá de que la propuesta de ordenar a hombres casados (la número 111 del documento final) había logrado el voto de la mayoría de dos tercios de los obispos, no iba a contar con el imprimatur papal. ´Tenemos que cuidar al Papa y a la Iglesia´, explicaban (los purpurados)”, describe la periodista.
¿La primavera de la Iglesia está encallando?
El argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires; fue escogido como líder de la Iglesia Católica en marzo de 2013; tras el terremoto que significó la renuncia de su antecesor, Benedicto XVI. Llegó con la intención de reformar la Iglesia, de acercarla a la gente y de humanizar una institución que llevaba a su costado varios escándalos, entre ellos la pederastia clerical, el manejo oculto del dinero del Instituto para las Obras de la Religión (IOR, mejor conocido como el Banco del Vaticano) y una doctrina moral inmovilista cada vez más alejada de los feligreses.
El sociólogo mexicano Bernardo Barranco, apunta que el papa ya tiene 83 años, y que muchas de las reformas que prometió hacer al inicio del pontificado han quedado a medio camino o la jerarquía eclesiástica ha sido reacia a su implementación.
“Recibió en el cónclave que lo entronizó, el mandato de realizar importantes reformas en la Iglesia que no ha podido, o no lo han dejado, realizar. El año 2020 será clave en la vida de la Iglesia, pues se vislumbran reformas graduales de una Iglesia católica que se resiste a los cambios”, señala Barranco.
Para el experto, quien también es sociólogo de la religión, lo que está en juego en esta etapa del pontificado del Francisco es la continuidad o no del modelo de la apertura reformista en medio de un creciente ambiente de ilusiones frustradas para el sector más progresista de la Iglesia católica.
“La condición física y de salud del Papa nunca ha sido sólida y no ha bajado el intenso ritmo de trabajo, viajes, protocolos y formulación de orientaciones. A veces se le percibe cansado y hasta irritable. Él mismo sentenció que su pontificado sería corto. (El Papa) podría estar pensando en formas que aseguren que sus políticas sobrevivan más allá su muerte o su renuncia, lo que aseguraría cambios y mudanzas acariciadas desde el Concilio Vaticano II formuladas en los años 60 del siglo pasado”, escribe Barranco, columnista habitual del diario La Jornada de México.