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Guerra abierta en la Iglesia estadounidense: Un obispo pide la «excomunión» del cardenal McElroy como «hereje»

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En un período de confrontación entre muchos obispos y la administración de Biden sobre temas como los derechos al aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo, el obispo Thomas J. Paprocki de Springfield, Illinois, y el presidente del Comité de Asuntos Canónicos y Gobierno Eclesiástico de la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos, ha escrito un artículo en la revista First Things titulado «Imaginando a un cardenal hereje». Aunque el cardenal no es nombrado, está claro que el objetivo del artículo es el cardenal Robert McElroy de San Diego, quien recientemente publicó un artículo que pedía la integración de homosexuales y divorciados vueltos a casar en la comunidad católica.

Paprocki cree que la opinión del cardenal McElroy es inaceptable y pregunta qué pasaría si un cardenal declarara públicamente que los actos homosexuales no son pecaminosos y que las uniones entre personas del mismo sexo deberían ser bendecidas por la Iglesia. Continúa diciendo que hasta hace poco, hubiera sido impensable que un sucesor de los apóstoles hiciera declaraciones heterodoxas como esas.

Paprocki argumenta que las palabras «hereje» y «herejía» son palabras fuertes que la cortesía eclesiástica contemporánea ha suavizado con expresiones más leves como «nuestros hermanos separados» o «cristianos fieles que no están en plena comunión con la Iglesia Católica». Dice que aquellos que están «separados» y «no en plena comunión» rechazan verdades esenciales «de la fe que se ha dado a los santos».

Además, afirma que es profundamente preocupante considerar la posibilidad de que los obispos diocesanos en la Iglesia Católica puedan estar separados o no en plena comunión debido a la herejía. Cita el canon 1364 del derecho canónico, que dice que «el apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurre en excomunión latae sententiae», una pena que se incurre automáticamente sin ningún proceso canónico.

Paprocki concluye que si un cardenal católico, como cualquier otro católico, niega la doctrina católica establecida, el resultado es la excomunión automática de la Iglesia Católica. Agrega que si la contumacia prolongada o la gravedad del escándalo lo requieren, se pueden agregar otras penas, incluida la destitución del estado clerical. Sin embargo, solo el Papa puede destituir a un cardenal de su cargo.

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