Nicaragua tendrá que retomar el diálogo nacional tras las elecciones generales del 7 de noviembre, en las que el dictador del país, Daniel Ortega, se encamina a su tercera reelección consecutiva debido a que quienes se perfilaban como sus principales rivales fueron encarcelados y acusados por «traición a la patria».
En un seminario titulado ¿Qué pasará después de las desiguales elecciones en Nicaragua?, promovido por la organización internacional Crisis Group, los panelistas dieron como un hecho la reelección del dictador ante la falta de competencia política y también la de un inmediato desconocimiento de las elecciones de una parte de la comunidad internacional, principalmente de Occidente.
Ante ese escenario de ilegitimidad, Ortega buscará cómo recomponer su imagen a nivel internacional y legitimarse de alguna manera después de las elecciones, opinó el académico nicaragüense Ernesto Medina, exmiembro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que fue la contraparte del Ejecutivo en dos fallidas negociaciones con las que se buscaba una salida a la crisis que estalló en abril de 2018.
De lo contrario, advirtió Medina, la crisis de Nicaragua «se va a seguir profundizando y todo apuntaría a que más temprano que tarde el país va a entrar en una crisis muy profunda donde el gran perdedor terminará siendo Daniel Ortega».

Dictador tendrá que liberar a opositores
Por tanto, para el académico, es posible que el dictador libere a los «presos políticos» de forma gradual tras las elecciones, flexibilice algunas leyes catalogadas de represivas, y convoque a un nuevo diálogo, todo con el fin que su nuevo Gobierno tenga legitimidad.
Para la también nicaragüense Gema Santamaría, investigadora Marie Curie del Instituto de Estudios Avanzados de Friburgo (Alemania), sería deseable que se crearan canales de diálogos y de negociación en Nicaragua, sin embargo alertó que esa pueda ser la estrategia que ha seguido Ortega con el arresto de una treintena de opositores y de no garantizar elecciones libres.
«Mi única preocupación es que esto (un diálogo) justamente permita legitimar al régimen de Ortega y que entonces la oposición sea paralizada y no haya una promesa ni una ruta clara para desmantelar el aparato represor que se ha institucionalizado a través de leyes», indicó.

Para Santamaría, el gran reto sería cómo lograr que una apertura a un diálogo «no sirva simplemente de nuevo para legitimar al Gobierno Ortega-Murillo, y por otro lado paralizar a la oposición».
El otro reto, a su juicio, es que la oposición nicaragüense logre superar sus diferencias y divisiones, escuche a la sociedad civil, esté a la altura de las circunstancias, y retome el espíritu que llevaron a miles a manifestarse en contra del Gobierno de Ortega en abril de 2018.
El pasado miércoles la líder comerciante y excarcelada política Irlanda Jerez, habló por el exilio y manifestó que están en desacuerdo con el anuncio del supuesto «diálogo», porque no pueden sentarse una vez más con el sanguinario Ortega, quien ha mandando a asediar, encarcelar y hasta asesinar a nicaragüenses.