Escrito por: Esler Sobalvarro
En el mundo de la política, cada dirigente tiene su propia agenda, pero también cuenta con patrocinadores que tienen sus propios planes. La clave está en encontrar la afinidad suficiente entre estas agendas para llegar a un entendimiento beneficioso para ambas partes.
Es importante reconocer que estas agendas pueden ser verdaderas o fingidas, y que a veces una puede ser cierta mientras la otra es falsa, o viceversa. En la política, el juego de engaños es común en todo tiempo y lugar, donde la ciencia y el arte de la manipulación se entrelazan de forma constante.
Además, existe la necesidad de estar en el lugar correcto en el momento adecuado, como dicen los estadounidenses. Esto no es tan difícil, ya que tanto los dirigentes como los patrocinadores frecuentan los mismos círculos, buscándose mutuamente.
Los patrocinadores buscan a posibles candidatos para influir en ellos y utilizarlos para cumplir sus propios objetivos. Por otro lado, los dirigentes buscan a aquellos que puedan proveer los recursos necesarios para alcanzar sus ambiciones políticas. Esta relación entre patrocinador y dirigente se basa en un intercambio, donde ambos esperan recibir algo a cambio.
Si analizamos las biografías de los líderes predestinados a lo largo de la historia, encontraremos que muchos han contado con un generoso mecenas que ha cubierto sus gastos y financiado sus extravagancias, esperando un retorno adecuado a su inversión.
Sin embargo, es evidente que la agenda del patrocinador siempre se impone. Sin recursos financieros, los líderes no pueden prevalecer, sin importar quiénes crean ser. Además, hay más aspirantes a ser patrocinados que patrocinadores disponibles.
Los líderes predestinados abundan, pero los recursos monetarios escasean. Es más fácil encontrar seguidores deseosos de ser patrocinados que mecenas dispuestos a financiarlos, especialmente en el ámbito político. Mientras los charlatanes ruidosos pueden ganar atención, aquellos con recursos sólidos no están tan fácilmente accesibles.
A menudo, los líderes intentan imponer sus propias agendas de manera astuta a sus generosos patrocinadores. Sin embargo, en muchos casos, estos últimos terminan ajustando las cuentas, reduciendo la financiación y dejando al líder arrepentido y llorando sus errores.
En medio de este entramado, es esencial que seamos conscientes y no caigamos en las redes tanto de los líderes como de los patrocinadores. Ellos son zorros de distintos pelajes, pero zorros al fin y al cabo, mientras que nosotros somos las presas de las cuales se alimentan.
En un mundo político donde las agendas coinciden, debemos ser críticos y mantenernos alerta para salvaguardar nuestros propios intereses.